El arte ha sido una inspiración en todos los aspectos de mi vida. Mi madre siempre nos inculcó, a mi hermano y a mí, el amor y el respeto hacia las obras de cualquier tipo de artista. Tal fue esa influencia que incluso mi hermano se ha convertido en historiador de arte y trabaja ahora en el Museo Thyssen en Madrid.
¿Por qué cuento esto? Muy sencillo, el cuadro que ilustra esta página, The son of man de René Magritte, ha tenido varias interpretaciones, y yo voy a hacer la mía para explicar una situación que se está dando ahora en nuestro sector.
Hasta ahora, el mercado de reuniones corporativas ha sido un sector vertical, es decir, para la construcción de una reunión de empresa intervienen diferentes actores.
Por un lado, están los clientes empresa, que requieren de un servicio completo; por otro, están las agencias emisoras en el país de destino, que requieren de un tercer actor, que son las DMC que, a su vez, necesitan de proveedores (hoteles, transporte, restaurante, empresas de experiencias,…), para conformar el paquete que contenga todos los servicios que requiere el cliente final.
Filho do Homem, de René Magritte.
Pero, de un tiempo a esta parte, está sucediendo algo muy extraño, el canal se está rompiendo y, lo peor de todo, es que lo están rompiendo los mismos actores que lo estructuran. Ahora podemos ver a hoteles que actúan de DMC, DMC que desarrollan ellas mismas las actividades, clientes extranjeros que contactan con la empresa de experiencias… Y, te aseguro que todos tienen argumentos de peso para justificar su actuación y saltarse el canal de comercialización, pero ¿nos hemos detenido a pensar en las consecuencias que esto nos puede acarrear?
En primer lugar, entramos en una guerra que va en detrimento del cliente, porque los servicios que se les está ofreciendo no son los mejores de la categoría. Un hotel nunca podrá llegar a la profundidad de conocimiento de destino de una DMC, porque su métier es otra, así como las DMC que dedican recursos a desarrollar actividades, impidiéndoles dedicar más tiempo a lo que realmente saben hacer mejor que nadie, comercializar el destino y gestionar la relación con el cliente, y así lo vemos en toda la cadena.
Todos debemos ser absolutamente conscientes de que, en esta arquitectura, todos los actores somos absolutamente necesarios para ser competitivos con respecto a otros destinos y, nuestra especialización, la clave para interpretar el mejor papel. Si no somos capaces de ver un poco más lejos de nuestro propio ombligo, entre todos, destruiremos las posibilidades que tiene nuestro destino de destacar frente a los demás. No olvidemos que la unión hace la fuerza.
¿Y Magritte? Pues bien, interpreto el cuadro como una persona de negocios que tiene la tentación delante, pero se mantiene fiel a sus principios, renunciando a un bocado apetitoso, que sabe que lo sucumbirá en el vacío, como le ocurrió a Adán frente a la deliciosa manzana que le ofreció Eva.
¿Estás de acuerdo con este planteamiento? ¿Se puede evitar la tentación de Magritte en nuestro sector? Tienes a tu disposición los comentarios de esta entrada para que aportes tu valioso punto de vista, si lo consideras oportuno.