¿Qué valor aporta la RSC en los eventos corporativos? ¿Cómo afecta a la motivación del grupo? ¿Qué tipo de relación se establece entre los agentes participantes en la acción?
Decía el matemático francés Blaise Pascal, allá por el siglo XVII “el corazón tiene razones que la razón no entiende” ¡Y qué razón tenía!
Aunque las emociones se procesan en el hipotálamo, todos acudimos al corazón para referirnos a ellas.
Precisamente, son las emociones las que nos motivan a movernos a los seres humanos, hasta el punto que ambas palabras, emoción y motivación, tienen el mismo origen etimológico. Por tanto, como dice el creador del concepto Inteligencia Emocional, Daniel Goleman, tenemos que emocionar para motivar.
Para conseguir los objetivos marcados, las empresas necesitan crear vínculos con sus empleados, necesitan tenerlos motivados para que puedan rendir al máximo en su labor diaria, por ello crean programas específicos con el fin de ofrecer experiencias memorables, y el impacto se consigue moviendo el interior de las personas.
Pero ¿nos emocionamos todos por igual? ¿nos motivan las mismas cosas? Cuando el equipo es de 200 personas, 1000… la cosa se complica.
David McClellan, profesor y psicólogo de Harvard planteó 3 motivadores principales para los seres humanos.
- La Necesidad de Poder
- La Necesidad de Afiliación
- La Necesidad de Consecución
La necesidad de poder, en el sentido de influir en otras personas. McCleland distinguía entre dos tipos de poder. Uno es el egoísta y egocéntrico, donde no importa que el efecto sobre los demás sea bueno o malo; es, por ejemplo, el que demuestran los narcisistas. El otro comporta un beneficio social; el individuo siente placer al influir en los demás positivamente o en favor del bien común.
La necesidad de afiliación, el placer que se desprende de estar con otra gente. Quienes se caracterizan por esa motivación, por ejemplo, sienten como impulso el simple placer de colaborar con gente con la que está a gusto. Cuando trabajan en pos de una meta común, los individuos movidos por la afiliación encuentran energía al pensar lo bien que se sentirá todo el mundo cuando se alcance ese objetivo. Los grandes participantes en equipos pueden sacar fuerzas de este tipo de estimulación.
Por último, tenemos la necesidad de consecución, de alcanzar un objetivo significativo. A las personas que se caracterizan por ese motivador les encanta llevar las cuenta de lo que sucede, recibir información sobre su progreso. Por muy buenos que sean, no se contentan y siempre aspiran a obtener mejores resultados.
La vida sería mucho más sencilla si pudiéramos encasillar a todas las personas bajo uno o dos términos, pero todos somos mucho más complejos que eso, y además vamos cambiando.
¿Os imagináis una única acción que tuviera la capacidad de motivar a todos los participantes en ella? Pues la hay, los eventos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), donde con una sola actividad, se consiguen tocar todos los activadores motivacionales:
- La necesidad de influir positivamente en los demás.
- La necesidad de formar parte de un grupo.
- La necesidad de alcanzar un objetivo significativo.
Por tanto, cuando una empresa realiza un evento de RSC, está apostando por una acción donde todos los implicados ganan, generando una relación de ganar-ganar sostenible en el tiempo.
Por un lado, los participantes se sienten motivados porque están ayudando a otras personas y/o al medioambiente, se sienten vinculados a sus compañeros porque es el equipo quien lo está llevando a cabo y a la empresa porque les permite desarrollar la acción, y ven como en un día han aportado muchísimo a personas que lo necesitaban.
Es por ello que los eventos de Responsabilidad Social Corporativa se convierten en una herramienta muy potente para alcanzar los objetivos empresariales.
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